24.9.12

Oda a lo indefinido

Como cada día, hoy también pienso en el mañana. La mayor parte del trabajo se basa en eliminar posibilidades. Salir a la calle creyendo que te va a atropellar un autobús suele bastar para que no suceda. Es una teoría en continua fase de prueba, pero de momento me funciona. La imaginación es un buen aliado contra el miedo. O simplemente tener una visión pesimista y bizarra de las cosas. Considero una ventaja que mi umbral del pánico llegue a cotas la mayoría de veces surrealistas. Puede que sea por el cine que veo. Poco sorprende de los asuntos humanos cuando ya nos hemos mostrado y escondido unos a otros tantas veces desde el principio. 


Está claro que es necesario un proceso. Estamos rodeados por todos los elementos que constituirán el futuro. Incluso los desconocidos ocupan su lugar. Cuestión de saber ver. Los momentos de intuición me resultan más clarificadores que cualquier confesión. Mi disposición mental hacia algo que intuyo no suele variar excesivamente en el momento en que se convierte en un concepto con nombre y apellidos. Cambia todo a lo que pones nombre y se transforma en parte de ti en el momento en que decidiste catalogarlo.

Ninguna idea por la que no te dejes atrapar tiene por qué tener más valor que las demás. Las ideas poderosas se tallan y empuñan, luego crecen y se reproducen, y después pierden fuerza. Sin este ciclo eterno, desde la conciencia solo pueden verse las ideas como un recipiente de tranquilidad o un refugio de piedras al que llaman ideología. Otro concepto, otro problema. Al menos si te lo tomas en serio, pasa siempre. 

De la nada a cualquiera… conceptos indefinidos.

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