Esta es la historia de un hombre que jugaba a la ruleta rusa sin balas. La práctica de dicha actividad le dejaba exhausto. Concentraba toda su energía en sujetar el revolver y apretar el gatillo. Aun sin fuerzas seguía desvelado y empeñado en su propósito. Buscaba algo que no existía. Sabía perfectamente que el tambor solo tenía aire y aun así se creía a sí mismo un suicida. Cada nueva vuelta, en la que seguía sin consumar su inmolación, le daba esperanzas de que la siguiente fuera la buena. Ilusión y desasosiego poblaban su mente a partes iguales.
El mundo comprendería su propio deterioro al examinar a este espécimen. Sus pocas ganas de vivir eran clara prueba de que algo fallaba allí. Ya era un ejemplo para cualquiera que parase a mirar. Estaba más que muerto y no lo sabía. Pero a nadie le interesaba aquel lunático, y nunca aprenderían nada de él.
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