8.2.11

El peregrino y la montaña

Tenían que venir los fantasmas a hacerle compañía. No había otra ayuda que le confortara, y realmente tampoco este séquito lo conseguía en absoluto. Las presencias espectrales solo le inquietaban. Era todo melancolía y postración en aquella atmósfera que le oprimía. Recordaba otro tiempo en que esos espíritus habían transitado su nación con cuerpo y alma. Si volvían a errar por allí parecerían duendes o algún otro tipo de ser sin esencia. Y no andarían ya la misma tierra ni época que habían dejado atrás para siempre. Un mundo idealizado que le resultaba lejano e irrecuperable.

Él, ante todo, quería dejar atrás la vida de chamán. Se desharía de esos trapos viejos y dejaría de empuñar su báculo. Ahora pues, tendría que, o bien bajar la montaña, o bien atravesarla. La primera opción parecía bastante asequible. Podría hacerlo rodando o simplemente dejándose caer. Si, por el contrario, tomaba la determinación de cruzar la roca se arriesgaba a no conseguirlo y volver a encontrarse en el punto de partida. Si conseguía atravesar el peñasco, ya fuera pasando por encima de él o haciéndolo reventar, ganaría experiencia para el resto del viaje.

Decide peregrino... decide...
ansiamos conocer tu destino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario