Él, ante todo, quería dejar atrás la vida de chamán. Se desharía de esos trapos viejos y dejaría de empuñar su báculo. Ahora pues, tendría que, o bien bajar la montaña, o bien atravesarla. La primera opción parecía bastante asequible. Podría hacerlo rodando o simplemente dejándose caer. Si, por el contrario, tomaba la determinación de cruzar la roca se arriesgaba a no conseguirlo y volver a encontrarse en el punto de partida. Si conseguía atravesar el peñasco, ya fuera pasando por encima de él o haciéndolo reventar, ganaría experiencia para el resto del viaje.
Decide peregrino... decide...
ansiamos conocer tu destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario