4.3.11

Equilibrio

Ahí está la cuerda, entre dos tierras. Ahí está el individuo, entre punta y punta, con un pie tras el otro. Avanzará cuando la ventisca amaine. ¿Sabe qué hay al otro lado? No. Pero algo espera, algo ha imaginado, algo que no se corresponderá finalmente con lo que encuentre. Ya sabe que su imaginación ha lapidado esperanzas. Siempre encontró imprevistos. Jamás había tenido corazonadas, ni aquello que llaman instinto, todo lo que venía le era extraño en un principio. Si alguna vez hubiera consultado un oráculo, éste le habría dicho: "te vas a suicidar". No quería predicciones. ¿Qué sentido iba a tener su vida si no podía volver a sorprenderse?

Suficiente le cuesta ya mantener el equilibrio. Mejor dejar tras este paso las conjeturas sobre el siguiente. Si pierde velocidad en cavilaciones peligra su estabilidad. Recuerda el crujir de las cuerdas, ese sonido... No es la primera vez que atraviesa una. Hubo alguna de las pasadas que se rompió, no estaba hecha para él. Pruebas que no llegó a superar. Aunque tampoco esperaba caídas con final. Permanecía en el vacío recordando su soporte extraviado como lo único existente. Pero no cayó en blando. Siempre había un duro golpe tras encontrarse perdido en la nada. Y al mirar arriba, la soga rajada ya era inútil. 

Entonces encontró una que le había llevado a donde se encontraba ahora. Quizá la misma dónde estaba ahora o solo una conexión a ella. El golpe había cambiado su forma de moverse. Y tampoco pensaba como antes. El cambio en la presión atmosférica podía haber afectado su juicio. Fuera temporal o no, tampoco importaba, estaba bien donde estaba, al menos creía saber dónde.

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